martes, 2 de noviembre de 2010


Hoy me pare en la delgada línea de la puerta, teniendo ante mis ojos el mundo y por detrás mío todo lo que puedo dejar si hago un paso más… en ese instante, mi pecho se transformo en mi peor enemigo, tuve una gran pelea con él explicándole porque yo tenía que salir al mundo, pero él a toda costa me resignaba y me oprimía con una angustia feroz. Salí, caminé, observé, pensé pero nada sacaba mi dolor. Y entonces me dije: hoy no es un buen día para pelear, mejor me dejo quebrar y mañana retomo mi destino. Tal vez nunca me había sentido así, esa necesidad de gritarle al mundo que tu dolor no se fue, que los recuerdos hacen su trabajo y la necesidad también. Derramaré algunas lagrimas, pediré que me sostengan por unas horas no más… hoy no es un gran día, pero solo es un día nada más.